Estrellas que puedo tocar (Libre)

Una pequeña vena se salto sin querer en mi frente, quizás porque esta chica en verdad parecía que volvía sobre sus pasos recalcándome ciertas cosas acerca de ella misma y de nuestra interacción lo cual no era propio decirlo me estaba exasperando y cada vez salía mas de mi zona de confort lo cual sin que se notase ya me tenia algo nervioso, por ese motivo habíamos descendido ya.

Cuando golpeo mi mano y cerro los ojos presintiendo la caída me separe de manera un poco abrupta mirándola; ahora que la veía bien tenia razón en que su cuerpo podría hacer que me gustase y la verdad después de observarla de arriba abajo un tanto temeroso de su magnetismo sacudí la cabeza y desvié un poco la mirada: - esta bien, acepto que eres guapísima pero hay mas en ti que solo eso, los hombres… las personas deberían querer estar cerca de ti por otra cosa - de alguna manera y sin quererlo había retrocedido un paso.

Tosí un poco por el lapsus que había tenido y aunque sonaría algo falso dije: - mírame a mi, estoy aquí contigo y dije que te dejaría quedarte a observar un rato mas las luciérnagas y aunque eres he… bien parecida, no estoy aquí ni pretendo eso – termine de decir.

Y la señorita me había dejado ahí tirado; sin ápice alguno que me indicase que en algo mis palabras quizás hubieran podido causar algún impacto en ella pero nada, cosa que a mi mitad humana parecía calarle en su amor propio – orgullo – porque me hizo levantarme sin mas aspavientos y mirando que se alejaba apenas exasperado dije: - ESTA BIEN; USTED NO ES MAS QUE BUENAS CURVAS Y UNA CAMA CALIENTE - no era muy propio de mi hablarle de tal manera a una persona pero ella salía de mi común denominador y casi podía decirse que mis palabras no eran solo de coraje - Y SI ES TAN BUENA EN LA CAMA, YO LA QUIERO PARA MI, YA ESTA ES LO QUE QUERIAS ESCUCHAR; ¿NO? - mis pasos avanzaron hacia ella con rapidez hasta que…


Lo que un ángel no podía nunca pasar por alto era el dolor ajeno y aquella careta de humanidad que había apenas hacia instantes aparecido para ofenderle, se vino abajo comenzando mi aura a brillar y a mimetizarse el humano y el ángel en uno estando ya cerca de sus pasos; viendo el espectro del resplandor que dejaba en mis ojos las lagrimas de ella; desconcertándome en si lo que había dicho o algo mas habían causado ese llanto.

- Perdóname - dije sin más ánimos de intentar y ya muy cerca de ella que avanzaba aun - en este punto me quede parado deteniendo mi andar – había ella logrado romper mi guardia y me encontraba en una situación con todas las desventajas para mi; asi que tenia que afrontarlo de otra manera, quizás una mas directa. No sabia si ella segura andando y si me escucharía o no; pero aun asi dije - lo siento; no tenia porque hablarle asi es solo que; usted no es a la única a la que la catalogan .. - suspire profundamente y me recargue en el marco de una ventana mirando afuera, sin saber si ella ya se habría marchado o seguiría allí; mis palabras eran una especie de monologo de auto compresión – todos creen que por ser un ángel debes dejar de ser humano y no se nos permite serlo; creen que solo debemos ayudar y nada mas - cerré los ojos - creen que… - mi semblante cambio a uno mas apagado sin notar que afuera las luciérnagas que ella antes viera alumbraban un poco la negra noche.

- Si tu... - no sabia si ella seguia alli.

Note con desencanto que ella no cooperaba para nada y en vez de molestarme, senti un poco de tristeza en mi aura; tanto asi que esta dejo de brillar al tiempo que detenia mi andar y con cuidado -- a pesar de su forcejeo -- baje mi cuerpo lo suficiente para que mi cabeza pudiera salir de su costado y asi apartarme un poco de ella. De entre mis ropas saque mi varita y despues de musitar lumus -- para iluminar el lugar -- eche un vistazo alrededor para ver por los pasillos y ubicarme.

En subito movimiento cuando presenti que no sospechaba, lance un hechizo "Petrificus Totalum" hacia ella y avance con mi otra mano tras su cintura para atraparle antes de su caida y depositarla en el suelo con cuidado ante lo que suponia era un enojo de parte de ella por la frustracion.

Aproveche estos instantes para con mis alas extendidas, tomar una de mis blancas plumas y colocandomela en la mano la puse sobre su maltrecho tobillo que lucia inflamado -- ya antes habia desnudado su tobillo con mi mano -- y de a poco el malestar cedio; hasta que su tobillo lucia rosado y natural, despues de ello alejandome un poco deshice el hechizo y espere recuperara la movilidad diciendole: - perdone por haberle hecho eso; no me quedo otro remedio, ahora si voy a decirle algo que no es facil para mi, sobre usted señorita - todo esto mientras tenia mi varita arriba.