Hacia los jardines (Eli+LIBRE)

Recuerdo del primer mensaje :

Ese día había salido de la sala común, las nubes ya habían desaparecido del cielo, dejando algunos claros entre las escasas supervivientes y había decidido ir a terminar los deberes que me quedaban en los jardines. Había bajado corriendo por las escaleras, a veces, casi saltando cinco escalones, no por la ilusión de notar el sol en la cara, sino porque esas escaleras no me gustan, tan pronto quieres ir al segundo piso como te das cuenta que estás en en el séptimo. Una vez llegué al vestíbulo me fijé en las altas y enormes puertas de roble macizo antes de que un ruido me hiciese girar la cabeza, un grupo de alumnos habían salido del Gran Comedor y se dirigían a las escaleras para subir a cualquier sitio, la verdad, no se me ocurría donde querrían ir...
No me imaginaba que fuese un grupo tan numeroso de alumnos, y, ante el temor de ser apisionado me dirigí a una pared mientras veía las caras de los alumnos que salían.

-Miré con cierta curiosidad el gesto que hizo con su dedos y los labios de ambos y sonreí, tal vez después le preguntara sobre eso- ¿Quieres ir en este momento? ¿O prefieres alcanzarme más tarde? - le miré con una sonrisa y noté la burla disimulada que le hizo a Frederick, más tarde lo reprendería por ello, no era propio de un prefecto y mucho menos de un "ángel" aunque de ángel, sólo tenía la cara, al parecer- Si no hay más asuntos que tratar... yo me retiro...

-Sentí el roce de su mano sobre la mía y me volví para encontrarme su rostro cerca del mío, pose mi mano en su hombro al tiempo que me susurraba haber encontrado un libro entre sus cosas y preguntar sobre aquella magia. La miré detenidamente un segundo, para después ver sobre su hombro a Tonks y a Elizabeth que seguían ahí. Me incliné hacia él, rozando mis labios con su oído y le murmuré despacio- Creo que este no es el momento ni el lugar para hablar de esto, Santiago... y si hay alguien que sabe de esa clase de magia son los Sith... más si buscas mi ayuda... la tienes...

Volví sobre mis pasos al ver que Santiago se acercaba de nuevo a Frederick y sin bien no había escuchado lo que dijo, el simple acercamiento no podía significarse nada bueno.
-A clases - ordené sin miramientos a los tres- Vayan a sus respectivas aulas y diganle a los profesores que yo les entretuve por el camino, no quiero más bajas de puntos por tonterías... - miré a los tres alzando la ceja- ¿Y bien?

Estuve ausente durante toda la conversación entre la profesora y el prefecto de slytherin. Al parecer, finalmente, dejaron la conversación y el chico se dirigió a donde me encontraba, proponiéndome un duelo.
Sopesé las consecuencias, las analicé y metí la mano en el bolsillo para aceptar y sacar mi varita, justo en el preciso instante en el que la profesora apareció, presionándonos para que nos fuésemos a clase, y... exigiendo una explicación.
Decidí que lo más oportuno era guardar la varita, para evitar problemas.
-No pasa nada, profesora- dije, esta vez intentando que no sea descubierta mi mentira- pero ya no podemos llegar a las clases, el timbre ha sonado y aunque lleguemos al aula difícil sería que nos dejasen asistir

Miré a Frederick mientras me explicaba y medité un segundo mirandolos a los tres- Muy bien... pero al menos dispersence, no quiero verlos aquí un minuto más o todos nos vamos a mi despacho...tengo algunas pociones que probar... - dije con algo de maldad y di la vuelta alejandome-

-El que te haya dicho que eras un ángel, es un mentiroso, Santiago, eres un demonio en piel de oveja - dictaminé de mala gana pero con una sonrisa traviesa y casi malévola en mis labios- No tengo el permiso de tu tío de hacer eso... sería una estupidez e irresponsabilidad de mi parte dejarlos hacer eso y peor aún ser participe... - lo miré un momento en silencio- Si quieres entrenar será en otro lugar... podemos atravesar algún pasadizo del castillo y llegar a la casa de los Gritos... es lo más seguro que se me ocurre...

La profesora nos había ordenado disiparnos de forma inmediata. Aunque, claro, el prefecto de slytherin había hablado en el momento exacto para pedir que fuese al salón de duelo para así saber defenderse de la magia tenebrosa, soltando a su vez un discurso sobre la importancia de ésta defensa.
Luego, la profesora se negó a ir al salón de duelos pero propuso la idea de la casa de los gritos.
-No entiendo lo que dices-dije al prefecto- Hablas de una cosa cierta, que es la defensa, pero tratas a la magia oscura como si fuese completamente malvada y tabú. Aunque yo no sepa magia oscura la considero muy útil. Además, seguro que de aquí, muchos saben usar magia oscura-añadí, mirando a los presentes.
Luego me dirigí a la profesora
-¿La casa de los gritos?-dije-No es más que una casa en ruinas de hace más de 60 años, entre las ratas, termitas y demás animales que se hayan alimentado de la madera seguramente ese montón de madera habrá quedado muy inestable. Hacer dos hechizos allí significaría la demolición de la casa.-hice una pausa-a no ser que existan encantamientos protectores en la casa, en ese caso no tendría que derrumbarse, ¿no?

Escuché a ambos chicos sopesando las posibilidades de cada uno. Noté la inteligencia de ambos y el resplandor alrededor del cuerpo de Santiago.
-La casa de los Gritos cuenta con esos hechizos protectores y de hacerle falta yo misma los haría para que estuvieran seguros, no dejaría que nada les pasara... el problema del salón de duelo es que tu tío nos pueda encontrar - dije a Santiago- Y creéme, no creo que me perdone tal inconsciencia tan fácil... debemos buscar un lugar apropiado que no sea el salón de duelos... además... ¿también irá ella? Ella es menor... Ustedes saben lo que hacen pero si ella sale lastimada... hay cosas que no se pueden curar... sobre todo, si hay magia oscura... aunque preferiría que no la usaran el uno con el otro - miré a los dos con severidad-

Al parecer, la casa de los gritos si contaba con los hechizos protectores que había imaginado. El prefecto de Slytherin había ¿brillado? igual en realidad era un ángel, pero seguía sin tragarme eso de que no podía aprender magia oscura."Nunca te fíes de lo blanco" me habían dicho alguna vez. La profesora había cuestionado, por edad que Eli fuese a la casa.
-No creo que sea relevante la edad de Eli para que se nos una- dije- Nunca es pronto para saber defenderse, ¿no? además, también soy menor de edad y eso no debe importar, da igual la edad que tengas, pueden atacarte y matarte.-hice otra pausa- El niño que sobrevivió es la prueba de ello.
Pensé en la orden de no usar magia oscura el uno con el otro.
-Por lo de la magia oscura no se preocupe, profesora- dije- Yo no se magia oscura, la considero muy útil y me gustaría aprenderla, pero de momento no sé. Y Santiago acaba de decir que su naturaleza le impide aprender dichas artes.
Pensé que quizás no era buena idea, seguramente el jefe de mi casa me soltaría un sermón y, casi sin fallo, un severo castigo. ¿Pero qué podía perder? Me mantuve firme.
-Entonces ¿está decidido ya?

Una media sonrisa vio su luz nacer en la comisura de mis labios; justo después de los argumentos que había escuchado, para ser sincero habría que decir que Elisa desde hacia un tiempo permanecía callada y solo le pase la mano por detrás de la cintura para darle un leve empujoncillo y ya avanzando antes que los demás les dije: - creo que es un acuerdo - mi ya dibujada sonrisa dio paso a avanzar unos pasos con Elisa delante y pasando en este justo momento al lado de la profesora.

- Yo creo que la profesora deberá; ya que la circunstancia lo amerita premiar a quien resulte ganador quizás.. con algunos puntos para su casa, después de todo es por nuestro gusto que ponemos en jaque nuestra integridad física para darle a la profesora Bellatrix una muestra de los avances académicos aplicados - me frene mirando de costado a la profesora - pero tampoco es necesario el premio; si nos regala una sonrisa sera suficiente para saber que le agradó -

Me quedé un segundo meditando y le dije a Frederick - Creo que después de verlos duelear, podré determinar si es momento o no de enseñarles, al menos lo más básico, de la magia oscura... aunque eso deberíamos hacerlo con permiso del director y bajo vigilancia estricta... un club de duelo por así decirlo.

Miré a Santiago y sonreí tan divertida y órganica que me sorprendió. Lo pensaba y lo reiteraba. El muchacho decía ser un ángel pero los genes de su padre, el demonio, sablían de vez en cuando, era mucho más apuesto e inocente que lo que su progenitor fue alguna vez y me agradaba bastante.

-Creo que el premio será derrotar al otro, no hay mejor sabor que el de la victoria-

Miré las acciones de Santiago y se acercó a mí. Me tendió el brazo y lo miré sorprendida, más que halagada o avergonzada. Se comportaba como si fuera una chica más y él no fuera tan inocente y penoso. Me coloqué a un lado de él y tomé su brazo. Pero al instante me retracté, si alguien nos veía no sería una buena imagen, ni para él ni para mí. Miré a Frederick y a Eli con cautela, para después lanzarle una mirada significativa a Santiago y me adelnaté unos pasos.
-Entonces... ¿la casa de los gritos, verdad? - anduve por las escaleras de piedra hacia los jardines del castillo.