Ese día había salido de la sala común, las nubes ya habían desaparecido del cielo, dejando algunos claros entre las escasas supervivientes y había decidido ir a terminar los deberes que me quedaban en los jardines. Había bajado corriendo por las escaleras, a veces, casi saltando cinco escalones, no por la ilusión de notar el sol en la cara, sino porque esas escaleras no me gustan, tan pronto quieres ir al segundo piso como te das cuenta que estás en en el séptimo. Una vez llegué al vestíbulo me fijé en las altas y enormes puertas de roble macizo antes de que un ruido me hiciese girar la cabeza, un grupo de alumnos habían salido del Gran Comedor y se dirigían a las escaleras para subir a cualquier sitio, la verdad, no se me ocurría donde querrían ir...
No me imaginaba que fuese un grupo tan numeroso de alumnos, y, ante el temor de ser apisionado me dirigí a una pared mientras veía las caras de los alumnos que salían.
No me imaginaba que fuese un grupo tan numeroso de alumnos, y, ante el temor de ser apisionado me dirigí a una pared mientras veía las caras de los alumnos que salían.