Una noche de escape (Jean)

Escuché lo que decía sobre aquel tema. Y a cada palabra me quedaba cada vez más perpleja con lo que me decía. Cerré los puños a un lado de mi cuerpo y las lágrimas se agolparon en mis ojos violetas - ¿Mi padre te dijo eso? - volví a mirarlo casi con furia - Mi padre fue el que dijo que me dejarás ser feliz y después... - fui hacia la ventana permitiendo que mis lagrimas corrieran por mi mejillas - Después me desterró de mi hogar, de mi vida por un error al cual él me dejó correr - lo miré con reproche - ¿Y me dejaste así como así?

Cuando posó su mano sobre mi hombro, lo miré con decisión. Estaba a punto de gritar por lo que había escuchado de él. No podía creer que mi propio padre me juzgó por un error que él me había dejado cometer. No me trató sin ápice de misericordia, me sacó de mi hogar y todo lo que conocía. Sólo para echarme a Midgart como si nada. Escuché lo que decía acerca de que se había sentido tonto y decidió tomar un camino diferente y encontrar un verdadero sentido a la vida- Yo también quiero hacer eso, Jean - mi mano fue sobre la suya- Quiero tener una vida... quiero ser una reina... quiero ser tu reina - mis ojos se encontraron con los de él- 

No le solté la mano. Decidí seguir a Jean hasta donde me llevara. De alguna manera ya no sentía miedo y tampoco sentía que estuviera frente a un desconocido. Sentía que estaba acompañada por alguien familiar. Ya no dudaba acerca de su vida. Si era cierto que había cuidado de mí durante tantos años, el lazo que había, extrañamente, entre nosotros se había afianzado - No creo encontrar un rey mejor que alguien que ha cuidado de mí desde antes de cuidarme yo sola - caminé con él, hacia donde fueramos. Escuché acerca de planear. Entonces, era ahora. - Te escucho...

LO seguí por dónde él me dirigía. Mis pasos junto a los de él firmes y seguros. Ya no esperaba una traición, ya no esperaba un ataque. Sólo sabía que Jean era mi guardián, el guardián que daría su vida por mí si se lo pedía. ¿Cómo podía no confiar en él? Le escuché decir que le transmitía paz y me sonrojé ligeramente. Las emociones humanas que iban creciendo en mí a veces provocaban esos estados de ánimo y las mejillas se encendían como un par de farolillos.

-No he crecido demasiado, sigo siendo sólo una niña - admití sonriéndole de manera que mis ojos se encontraron con los suyos.

Daenerys dejó que Jean le apretara la mano y escuchó sus palabras. Ella tmabién había soñado un par de veces con aquello; el dia en que se desposara con algún gran señor o un gran general, guapo, apuesto y joven que pidiera su mano y su padre la concediera. Desde pequeña lo había visto, se imaginaba en la ceremonia más hermosa y estaba feliz, brillando de felicidad al igual que todos los presente sy su prometido. Era lo que debía hacer, era una princesa al fin y al cabo, era su deber. Era divertido e irónico ver como las cosas cambiaban de un momento a otro.

-¿Celoso de su posición o de que tendrían mi mano? - le interrogó con interés. Trató de imaginarselo en su posición de guardia, observándola, pero realmente no tenía recuerdo alguno de él. Le besó la mejilla en agradecimiento por su cuidado incondicional, cuando en realidad quería besarle los labios.

Jean siempre hablaba con mucha corrección y siempre acerca de su entrenamiento militar. De su deber. Tal vez fuera que Daenerys siempre había sido una rebelde, pero lo del deber definitivamente no era lo suyo. Bajó la mirada, ¿cuándo iba a dejar de ser una niña tonta? Por supuesto que Jean no la miraba diferente, esos pensamientos idiotas y erroneos eran los que la habían llevado a donde estaba. Y seguía sin aprender.

Lo escuchó atentamente acerca de todo cuanto decía, más de alguna vez su madre le susurraba que tal o cual guerrero quería desposarla, aún cuando ella era muy pequeña para entender realmente lo que eso quería decir. A medida que fue creciendo fue entendiendo mejor y sus pretendientes realemente no le interesaban.

Levantó la mirada casi aterrada ante la perspectiva de que ella pudiese haberle hecho daño- Pero... ¿pero cómo fue eso? ¿Te herí acaso? - sus manos instintivamente fueron a su pecho por encima de su camisa- ¿Podrías mostrarme?

Daenerys sintió la respiración lenta y acompasada de su guardián cuando su mano se posó sobre su pecho. Podía sentir cierta electricidad salir de ella para adentrarse en él; podía sentir como el pecho le bombeaba con violencia y como su propio corazón se desbocaba. Lo miró sonreír de esa manera tan orgánica, tan natural que ella también lo hizo. Formó una sonrisa en sus labios y la compartió con él.

Recordó lo que le decía; esas tardes de juego por las lindes del palacio, los jardínes enormes y hermosos de la fortaleza, sus amigos de juego, sus damas de compañía, como corría por todos lados y de repente despertaba en su habitación o todo el mundo la buscaba mientras ella se escondía en algún recoveco o tras un arbusto.

-Por supuesto que quiero escucharlo - le dijo casi en un tono fervoroso y lo miró con un brillo renovado en sus ojos violeta- Seguro que no, seguro me salvaste.