Elena Sager

Elena ha sido educada siguiendo los valores de su padre, quien siempre ha sido un amante de las buenas voluntades. Es alegre por naturaleza, simpática y comunicativa, siempre intenta ver el lado positivo de las cosas e intenta ver el elixir de la vida medio lleno.
De su padre ha heredado el amor por los libros, puede pasarse horas entre libros y abstraerse de tal manera que olvida cosas cotidianas como la necesidad humana de comer.
A pesar de haberse criado sin su madre, su padre siempre dice que muchos rasgos de Elena se laa recuerdan, tales como la dedicacion que procesa a las causas sociales o el amor por los animales.
No es una gran deportista, aun cuando le gusta ver un buen partido de quidditch, su miedo a las alturas le impide jugar.
Esta acostumbrada ha hacer las cosas a su manera, y a que cuando las cosas van mal siempre hay quien la rescata, sacándola del apuro.

Elena es de constitución delgada, aunque no raquítico, sus curvas están bien marcadas.
Su tez es pálida, ya que por herencia materna no es de las personas que se ponen morenas con facilidad.
Su cabello es oscuro, y actualmente lo lleva largo, en ocasiones tiende a ondularse.
Sus ojos son oscuros y algo almendrados, sus labios son suaves y carnosos y la mayoría del tiempo muestran una sonrisa.

Elena nació una rara soleada mañana a mediados de febrero en Londres, para alegría de sus padres que llevaban mucho tiempo buscando tener hijos. Su madre no se recupero muy bien del parto y empezó a debilitarse, los medimagos no pudieron hacer nada por ella que tras un duro año en el que se centro en su pequeña falleció dejando a su adorada Elena y al amor de su vida solos. Su padre no volvió a casarse y dedico sus esfuerzos y su vida a criar a Elena tal y como su esposa hubiera querido, viendo en su hija un reflejo de su mujer.
Elena creció adorando a su padre, para ella su héroe, no es que hiciera cosas emocionante o peligrosa, su padre no salvaba el mundo luchando contra magos oscuros, pero a su manera el aportaba su granito de arena para el bien de la comunidad mágica. Desde que puede recordar su padre ha estado siempre encerrado en su despacho escribiendo libros que servían de inspiración para otros magos, aportando su sabiduría a las futuras generaciones. Elena recuerda haber pasado gran parte de su niñez en ese despacho, sentada junto a su padre cada uno centrado en su trabajo, el en sus manuscritos y ella en sus deberes.
Fue mimada, ella misma reconoce que en ocasiones en exceso, bastaba con que mostrara interés en una cosa para que su padre se la regalara, aunque Elena rara vez mostraba interés fuera de los libros.
A los 11 años, recibió la lechuza de Hogwarts aunque su padre no quiso separarse de ella y sus estudios se iniciaron en casa. Elena no echaba en falta ir a un colegio con otros niños ya que siempre había estado rodeada de adultos inteligentes, no veía nada atractivo en un colegio donde habrían demasiados alumnos para que ella pudiera acaparar la atención del profesor.
Tenía algún amigo de su edad, la mayoría hijos de las amistades de su padre, todos ellos asistían a Hogwarts, y contaban sus aventuras en el castillo. Elena al principio no prestaba atención a esas cosas pero poco a poco su siempre activa curiosidad, su afán por el conocimiento hacia mella en ella. Empezó con pequeñas sugerencias a su padre, pequeños comentarios sobre lo bueno que seria ir a ese castillo donde según le habían contado había una gran biblioteca, con prácticamente todos los libros que se habían escrito. Poco a poco fue dejando ver su deseo de estudiar allí, pero hasta que cumplió los 17 años su padre no accedió. Con tristeza llego el día que Elena había esperado con ansias, y su padre la despidió con pesar en el anden 9 y ¾ viendo a su pequeña alejarse por lo que seria un largo curso escolar.